Por Ariel Rincon Machado

Celebro que la Universidad Surcolombiana reanude sus actividades académicas el próximo lunes, era necesario llegar a un acuerdo para no perjudicar a quienes desean terminar su semestre antes del receso de mitad de año y además, no continuar desgastando la imagen ya deteriorada de esta Institución. Sin embargo, no está bien que no se haga una reflexión sobre el por qué del caos y supuesta crisis al interior de la Institución Académica más importante del Surcolombiano. Todo empezó con protestas por las políticas del Gobierno Nacional como la Ley 812 de 2003, “por la cual se aprueba el Plan de Desarrollo 2003-2006, hacia un Estado Comunitario”; el Decreto 2566 sobre Acreditación de los programas curriculares; el Decreto de retención porcentual de transferencias a las universidades públicas de acuerdo al nivel de mejoramiento; temas que se salen del resorte coloquial, pero no son argumentos para llegar a la parálisis universitaria. Lastimosamente el Alma Máter de nuestra región volvió a figurar en los principales titulares de los medios de comunicación pero no por los aportes al desarrollo regional con investigaciones, sino por los actos vandálicos que han dejado resultados lamentables como: estudiantes y trabajadores de la Universidad heridos y daños en la infraestructura. Existen otras maneras de protestar, todos tenemos derecho a expresar lo que pesamos y manifestar lo que sentimos, al pluralismo ideológico, al libre ejercicio de pensamiento, la crítica constructiva, al rechazo de ideas que no van con nuestra personalidad…etc, pero no podemos dejar que ese supuesto derecho acompañado de violencia, pisotee el de la mayoría de estudiantes que quieren recibir sus clases y prepararse profesionalmente. No hay otra salida que aclimatar los ánimos, dejar las posiciones radicales, los intereses particulares y sectoriales a un lado, para construir una Universidad que sea orgullo regional y del país. Aquí tenemos que acompañar a la institucionalidad partiendo del señor Rector Ricardo Mosquera Mesa quien ha asumido con mucha responsabilidad su papel y seguramente lo hemos dejado solo pedaleando una bicicleta estática, con tantos conflictos internos. Por supuesto, que la Universidad debe acreditarse, mejorar sus niveles de investigación y fortalecer la capacidad de presentar proyectos en desarrollo de la región. En nuestras manos está, que la USCO se convierta en un espacio de debate académico donde se respeten todas las formas de pensamiento social, político, cultural, académico. Trabajemos todos por consolidar  la Universidad que efectivamente sirva al surcolombiano.